Libreta de almacenero
Libreta de almacenero
Del Morote
Presunción de la esfera
Tendencias XXI – División editorial / Junín, 2000
ISBN 987-96495-1-6
(Este tríptico fue distinguido como “Mejor libro del año en Poesía” por la Sociedad de Escritores de la Provincia de Buenos Aires (SEP), en La Plata, para el bienio 1999-2000)
Liminar
A mí, la mayoría de los libros de poemas me aburre enormemente. Y éste asume el riesgo de convertirse en un libro de poemas. No sería extraño, entonces, que se aburriera el lector.
Mi intención es otra, por supuesto. Mi intención es que la poesía que persigo llegue, poderosa y vital, a conmover cada sensibilidad que la recoja; mi intención es que despoje, que se parta y que se multiplique, que funde, que confunda y que procree.
Pero mi abuela que no era tuerta –como dice Girondo-, ya sabía que aspiración parecida sino idéntica tienen los miles de escribidores que, por año, publican sus poemas. Aunque nadie seriamente se atrevería a justificar que fueran más de treinta o de cuarenta los que, por siglo, merecieran el halago.
Así estamos, en fin. Y como cada acto de contrición no es más que un blanqueo de la certeza de que reincidiremos al instante, allí voy, con vergüenza y todo, adonde el azar me lleve.
C.P.
Libreta de almacenero
I
Espero
repaso lo que fui dejando
y voy atándome los ojos
hacia las manos que desobedecen
Una boca sabía que mis besos
no pintaban los labios
Otra boca sabía que mordían
Ellos vinieron con sus gabinetes
sus papeles sus técnicas sus números
yo convidaba azúcar
a las hormigas sobre el escritorio
Primero elijo el árbol juzgo el tronco
y violo la materia lamiendo al otro lado
Después elijo la semilla y siembro
y siento que tu dedo me digita
y siento que te paras frente al árbol
y siento que te sientes a esperarme
II
Dos menos cuarto abierto al mediodía
un cartel salta al medio de la calle
un escalón se forma en el granito
las antenas transpiran las imágenes
sube una hormiga
una pelota rueda
dos ventanas saludan y nacen dos ventanas
y yo te pregunto
por la noche
por tu tos
por el niño
aunque ruede una esfera qué curioso
III
Me das una baldosa yo te cambio
mi voz
por vos
por dos
por la criatura
que pasó que dejamos que nacimos
que dibujamos sobre la pantalla
Ella me llueve entre los ojos
yo le salto los charcos
IV
A mí me pasa lo que le pasa a las calles
me pasa que me lleno de humo
me pasa que me rompo que me inflamo
que reviento poblándome de baches
que soporto pisadas clandestinas
y me pasa que hay árboles aún que me dan sombra
y niños que me peinan a puro pelotazo
Pero no se me pasa la edad
pero no se me pasa que alguna vez nacimos
V
Vuelvo tras el último retorno
afuera espera lo que no persigo
Todo es luz desde el vano de la puerta
hay alguien más allá como ayer como ahora
más acá como siempre
más vacío más solo
Matamos el águila
sin embargo no duermen los cachorros
y hay mucho ruido adentro
mucho ruido
VI
Recogí del suelo una pequeña piedra
la puse en mi bolsillo
y supe que tenía entre mis bienes
el principio y el orden
sólo después llegaron las palabras
más tarde los ladrillos
Y una sábana ardía en tu cabeza
de color y guerrilla
un hueco fulminante visionario
una lava de flashes
el ascenso de todos los limones
VII
Las fases exploran las pantallas
mi todo simultáneo
mi confuso caótico sistema
mi enredada gestión de bienviviente
mi red
mi fin
mi objeto
Muevo como voy me huyes
la luz en la pared
el mundo intacto
la redondez perfecta del vacío
VIII
Acabo de contar
acabas de pegar con los afiches tu rostro facetado
has trazado dos líneas bisectrices
coloreamos el péndulo
las horas
las hamacas
el vaivén musical de tus canciones
El mundo se ha movido
Alguien antes de mí
alguien después de mí
yo mismo ahora
IX
Una boca se abre para decirme nada
Hay un hombre entre la gorra y los zapatos
Hay objetos que penden de la mesa
un cubo de agua
un vaso de agua
un pocillo goteando la pared
Hay motas con impuestos abrochadas
entre anuncios de pastas y servicios
y algún saludo que pasó de largo
filtrado en la heladera
X
Soy la última escena de este viaje
sobre el punto del dado
la mecánica nota que detona sobre mi voz inmóvil
el pequeño artefacto demolido
la esperanza del viento
la mentida bisagra
la otra historia
la única
Alguien espera al sur de estos quejidos
de metralla caída
los susurros que enciendan otro canto
Leve
como la sal a horcajadas de la noche
azul el sol la sal la noche entera
XI
Un hueso se hunde se anida se hunde
carnal como un hueso
Ella es el objeto
Mi cámara avanza y la posee
mientras el hambre nos retrata
van los ojos detrás de las palabras
buscando la total incertidumbre
la mesa en cubos sobre el otro lado
el vértice menor entre los dedos
la llama en danza sobre mis arrugas
el primer eslabón enhorquetándome
Pero a mí me gustaba
prolongar las fronteras
XII
Nos despertamos en los apellidos
antes fuimos apenas corazones
y eso nunca es bastante
Porque sólo los dientes sobreviven
y abríamos la tierra a mordiscones
habríamos escrito
XIII
Olvidémonos todas las consignas
las del papel
las de la tinta
las del chorro de agua
las de los bolsones de residuos
y abrámonos el vientre con la punta de un verso
apenas balbucido
apenas impreso sobre la piel desnuda
apenas tatuado en la pared
No me robes la línea de la cara
siempre estaré ausente cuando marques
mi perfil con tu lápiz
y los retratos
si supieras de retratos
XIV
Cede la materia de esta mesa
yo me escribo los brazos las rodillas
y se traga la garganta del lavabo
la premura del chorro
Es el rudimento del idioma poblando el universo
La primera vibración de este nuevo abecedario
el punto universal
un mundo
XV
A mitad del camino
La carretera absorbe el polvo angélico
que libera el fetiche
enterrándolo junto a los despojos
de huesos y chatarra
Un grito a contrapelo
como una distraída percepción
como una nube
corre y se enciela cada tanto
en los trazos de tinta
XVI
Rescato las viejas hileras
las baldosas de color con que decoro
el lienzo blanco de la útima pared
y en las horas acuáticas te veo
salpicándome el ojo
con aullidos de lápiz y de barro
con caladuras vírgenes que expresan
tus furias contenidas
con tus pies sosteniéndote en mi pelo
agraciada y bestial
devastadora
XVII
Nos negamos al unísono
en la espumosa disputa del café
Pero la historia ocurre en otro lado
Nosotros solamente proponemos el ojo
El poeta se viste de inanición
y empuja
hasta quedar colgado en la pantalla
En todo multiplicados divididos
hilachas de color y de sonido
que desparrama el aire
XVIII
La luz le dio una extraña fantasía
y un aroma de pinos y guadañas
le perforó la boca
sobre el dilema que apuntalan las preguntas
Arriba
demasiado arriba
crece lo que desoigo
XIX
No es poca cosa andar entre dos líneas
mutilándome el ojo
pero es otro el que apunta
Los viejos escalones se desprenden
uno a uno y resbalo
es una iniciación multiplicada
una forma una mancha con latidos
XX
Prescindo de mi cara mi cabeza
aunque un centro nervioso
me mantenga despierto
Parafrasear un río es dominarnos
hasta tragar la lengua
Los veleros asienten con un claro
desdén por la distancia
Me mimetizo
Asiento
XXI
Una lubricidad me unta la calle
de voces recortadas
yo desgarro
palabras
de los diarios
Otros lamen mi puerta
La ráfaga el vermut
en los olvidos
cuelgan pedazos de memoria pública
XXII
Ellos avanzan tras la pesadilla
siluetas
y siluetas
y siluetas
Son archivos que flotan en el agua
de mis primeras letras
son testigos memorias accidentes
permanencias de pie pedazos de algo
XXIII
Practicaba el deleite de nombrar tus errores
hasta que me tragaste la paciencia
de pronto me sobraron los ojos
entonces te renové la voz
y cada tanto me obligo a recordarte
como si fueras una contraseña
guardada en mi bolsillo
XXIV
Vivo alimentando mis conductos
de líquidos e historias
me concedo a la llaneza del vino
me rescato en el agua
me adormezco en la nocturna compañía
de la infusión de tilo o del té con limón
me doy al ron a veces
a veces a los caldos
y casi siempre al frío que se instala
conmigo en el estómago
y pulsa los sensores de la mente
con fechas caras nombres y escenarios
que me fueran inquietos
Pero el café no falta en los milagros
cotidianos que anuncio
entre una orilla y otra de los días
les regalo la espuma
XXV
Nacimos amañados en el verde
rutilar de la pampa
acobijados por las alamedas
y con rigor de hierro apretujados
contra la tierra húmeda
expuestos a los golpes
pero si abro la boca
no es para contarte estas miserias
Yo levanto la frente
y amanece otro día
XXVI
Huele mi mano a semen de siglos venideros
tengo la potestad de atar mi lengua
al extremo de un lápiz
y trazar entre el fin y los orígenes
la inefable parábola
Los grillos se callaron a la madrugada
los sueños se cayeron
ésta es una voz en extinción
recogela
y guardala
XXVII
Ella asoma donde todos la vemos
yo recorro la atadura del idioma
y la encuentro exhausta procurando
descifrarlo en sus claves
Me pregunto si sirve
El aire se mueve imperturbable
y mastica una mujer
entre los pliegues de la letra
XXVIII
Pero no está no estuvo es de otra parte
tan real parecía
Salto la tabla
la punta del cordel
los dedos empujándote
el tatuaje lamido
los últimos minutos
Nos destrabamos cuando anochecía
XXIX
Traspusimos la isla de carbón y cebada
y el desierto guardó en una botella
la sed que contuvimos
Fuimos menos avaros que otras veces
fuimos menos humanos
Los dedos se me esponjan cuando aprieto
XXX
En el centro del patio me levanto
estatua de mi propio peso
me mido y finjo que mi paso
se alarga hasta tus lindes
Confundimos las patrias
en estas equívocas fronteras
de espacios compartidos
XXXI
Retumbo en tu paisaje como un hilo
de cielo que devanas
tengo en la mano la primera piedra
ingrávido me vierto hasta la fuente
de las resurrecciones
creo en vos este suelo de fatigas
me aligero la carga de bostezos
apenas pronunciados
y afirmo tu presencia en la primera
señal de mis espaldas
La letra nace inadvertidamente
un sol azul me lame la cabeza
XXXII
La marca en el mantel pintó una letra
de tu nombre infinito
fueron cuatro grafías imposibles
y una mano en racimo sosteniéndolas
XXXIII
Me deslizo por la arista del plato
redonda vocación de continente
me veo reflejado en la pulida
superficie de loza
soy la representación de mis sentidos
el pulso de una idea que transcribo
con torpes caligramas
el primer alfabeto
la ultimísima grieta donde filtra
la claridad sus dones
el pedazo de pan
el vino austero
la tecla justa en el momento infame
la oscuridad
el fogonazo
la inoportuna tentación
el vínculo
XXXIV
Puedo hacer un inventario nuevo
de mis huesos antiguos
también una memoria actualizada
de nervios y de vísceras
pero no importan tanto a este balance
los rigores del número
sé que hay noches que enciendo las palabras
con sólo pronunciarme
No me he negado a nada últimamente
Los límites del mundo colombino
me alivianan del mundo
XXXV
En este espacio monto mi escenario
esta obra es la tuya
ya no hay más cicatriz que los sablazos
de vino por las noches
La mínima receta se extravía
has encontrado un hombre en estas líneas
pobladas de deseo
no estuvo hecho para las estructuras
y acabó como un número desprolijo
arañado en la libreta
como un rasgo extinguido en la confianza
de aquel almacenero
como una proyección de viento y sales
que rebota en las mentes
como una parquedad fosilizada
XXXVI
Ya no sé si el espacio me permite
continuar el camino
pero allí voy mientras me dé la sangre
Es útil a las seis de la mañana
tener a nuestro lado una libreta
y veinte dedos en posición de parto
XXXVII
Lo que queda del día es una historia
que ya contaron otros
a mí me queda un juego de torcazas
liberándome el vuelo
y una sed de preguntas que no exige
respuestas felizmente
una elusión que juzgarán mis hijos
el sentido que di a todos mis actos
las ventanas abiertas al recuerdo
las ganas de volver
XXXVIII
Reservame un lugar allí en la cuna
que he salido a buscarte
Qué vacías las horas me parecen
La muerte ese trámite que cumplen
los que están apurados
me golpea a la puerta
Lo terrible sería no morir
XXXIX
…
…
XL
Hay un rojo penetro va la pata
me salta si te mojo
ya no muerde no duele cada tanto
respira aspiro ves como en la calle
como en el tacto como cada tanto
suelto en el arco solo entre dos partes
mitad encima por detrás al suelo
enfrío al medio en medio en gris en aire
en soplo luces oh lucía vienes
de la mano de un año nuevo era
de la falda de un gusto adiós espero
Del Morote
Del Morote
MOJÓN 1: LAS VÍAS
Celebro una edad, un entramado de reales ficciones; el artificio de una voz cayendo como la hoja tardía o el tardío alimento. O la tardía memoria.
Celebro la sequedad de una boca vacía de rezos pero honda en asombros y en olvidos; la pericia del último retrato.
Y es que la roja y poca y tonta mosca
estaciona en la luz y precipita
un hilillo, un impulso, un haz, un vuelo,
una fusión de átomos, un cisma.
Celebro la edad de la cacería y el desasosiego; el retablo de estampas sucedidas que acumula mi legajo; los brotes de alteridad que se desprenden de mi suela sobre los baldosones informes de la plaza, sobre la tierra inútil de los cementerios, sobre la luz del sol o el espasmo del alba.
Desde el vértice cuelga como un péndulo
una gota de sol definitiva.
La luna es una ampolla
que no sana ni duele.
Celebro mi primera comunión con el viento; mis esponsales de caballo atardecido al fragor de las espuelas; el aliento de caña que derramo sobre la blanca noche, sobre la larguedad oblicua y perezosa que me trae sus vestigios, sobre el oval del fondo de mi sueño de niño.
Luminosa es la frente fuente al lunes.
MOJÓN 2: LA CURVA
Ajusto la primera vocal sobre éste, mi primer abecedario. Leo los ojos de las aves y las alas de las mariposas. Subo hasta la delgada finitud de la imprudencia, hasta el velado mirador desde el que oteaba los días otras veces, hasta el muelle de leños.
Mire el sol por un rato el agujero
que dejó sobre el barro mi pisada,
la primera y lejana sobredosis
de agricultor acento,
cuando la libertad se proclamaba
desde un pulmón hinchado de aire puro.
Advierto la presencia del hornero y la rana, la lenta licuación del universo ejemplar de las hormigas, el pelaje del zorro codiciado y el hombre codicioso.
Busco en la cuadrícula del tiempo los perdidos genomas, los restos parentales de una raza que me trazó la curva de la lengua y el rigor de los puños; la secreta primera minoría.
Mire la calle el rostro carcelario
de sueños que vuelven de la fiesta,
uno tras otro en ínfima cordura
con sus lunas al hombro,
como cargando el quiero que imaginan
y que nunca pronuncian.
Levanto una pequeña aguja; fijo las tachas de mi pensamiento sobre un lienzo de mampostería y me acuesto a esperar que las cigarras me devuelvan enero.
Desfilaron los cántaros
que llevaban las mozas.
(Las ubres apretadas
fueron pozo y nutriente).
MOJÓN 3: LOS PUENTES
Celebro una estación; el recorrido de los muchos vagones que poblaron mi suerte ferroviaria; la obsecuente vanidad de los girasoles que tanto se parece a mi propia vanidad. Y a mi ajena elocuencia.
Celebro el destino de los hijos de la inquisición y el advenimiento de las nuevas preguntas; la mortaja y el óvulo crecido; el surco y la simiente.
Repetido badajo. Repetido
golpe de son (son ellas, no lo niegues).
Repetida verdad. Todas las bocas
van de fiesta al mercado; todas dicen;
todas juran que sí, todas afirman;
todas llenan de voz sus agujeros.
(Nosotros mientras tanto resistimos;
los poetas inundan los mercados).
Celebro la suavidad del tilo y la orfandad de la rosa; las sucesivas muertes anunciadas y el resquicio apenas descubierto entre dos emociones; las heridas de los naranjales, su ocultada grandeza.
Nosotros violaremos las estatuas,
sobre la luz pondremos mariposas
y encima del mantel un pan austero
que diga de la harina,
del callado fervor de la molienda,
de la llanura en luz.
Celebro mi labio balbuciendo los primeros sonidos; la postal de una tarde milenaria guardada en mi cartera o el afiche del aire sacudiéndome.
Celebro la grieta y la costura; la arritmia de la calle; mi pulso vertido en la corriente de esas voces que arrastran.
Anda y bájame el sol que lo preciso.
MOJÓN 4: EL EMPALME
Niego cualquier acusación de simetría. Obligo en el revés del naipe mis huellas y mi foto; me descarno las uñas y las cuelgo con las pocas monedas que reunieron.
Admito la levedad de las razones y el gobierno de los intereses. Admito mi desprolijidad y mi torpeza; mis golpes de furia y el bostezo que me provocan casi todos mis colegas.
No me dejes librado a mis intentos
de albañil de señales.
Yo necesito un río y una copa
que a vos seguramente no te sirven.
Relevo de obligaciones a mis bronquios y a mis cuerdas vocales lo mismo que a mis dos costados. Enhebro los días de mi historia con morosa paciencia; alzo la gaviota por encima de todos los símbolos y digiero una palabra cada cinco minutos. Miro, cada tanto, a través de la ventana.
Llueven almendras de los techos bajos
cuando en Junín despunta un sol ambiguo.
Impongo un nombre a cada cercanía, califico cada proximidad y genero el movimiento de todos los instantes que atravieso. Alzo la mano. Grito. Gesticulo.
Cuando alguien se cae, una partícula
de cosmos se derrama entre los dedos.
MOJÓN 5: EL CRUCE
Celebro la piedad de la araña y la vigilia del búho; mis ojos abiertos a la vastedad de la noche y las preguntas que grabara de a poco la humedad en la pared.
Celebro el sur tan frío de pampas y de cielos abiertos; la ronca polvareda del camino; el tazón con la sopa o el cacharro que saciaba mi sed en los veranos con agua de la bomba.
Este hombre que soy de barba invicta,
de celosía abierta y pena larga,
tiene en la voz un puño que seduce
porque lo apura el sol. Y el sol no miente.
Celebro la crueldad de los aviones taladrando mi cara; la cara de todos los paisanos que vomitó la guerra y arraigaron conmigo, perforando las napas de estos páramos, en mis pies mensajeros, debajo de los dientes que trituran blasfemias y manzanas.
Celebro el vino tinto y la ensalada de cebollas; las horas indulgentes de la madrugada y el paseo nocturno por las calles que dan al devenir.
Ahora puedo leer todos los nombres
que imaginó la historia
-mía es la llave del candor que encierran-,
pero sólo del tuyo vuelvo henchido;
sólo en él me reconozco humano,
y en la hebra de luz que lo sostiene.
Celebro mi enemistad con esas puntas que me hieren los ojos; con el dedo extendido de los dictadores; con las joyas y los oropeles, la sumisión y el desparpajo.
Celebro mi enemistad con el ruido y con el zumbido de las moscas; con las modas y con los modismos; con la mano en el hombro del caído que subraya el dolor de la derrota.
De acariciar me duelen estos dedos
tanto como de aligerar la piedra.
MOJÓN 6: LA VUELTA
Afirmo la verdad de las preguntas y el esplendor de lo siempre en movimiento, del temblor permanente, del crepitar continuo, del puro discurrir.
Creo en la resurrección de la duda y en la razón de lo aparente; me afianzo en la visión de las águilas, la solidez del yunque, el esperar del álamo, la promesa de la espiga.
Respiro y me vierto por los ojos hacia el valle de la ínfima luz.
¿Cuánto más bello es un poema que un fósforo?
¿Es que hay algo más bello que una llama?
Presunción de la esfera
Presunción de la esfera
El clavo en la pared
Pronóstico meteorológico
Estoy solo en medio de una calle
donde no hay más que gente
Pasan carteles datos aniversarios políticos y crímenes
pasa un traje de fiesta que contiene una larga muchacha
pasan el tren de las dos y un gol mal habido de la Juve
pasa el pronóstico meteorológico
Hoy va a ser un buen día me parece
La tinta derramada
Roza tu mano abierta mi costado de invierno
mi ceguera política
tu otra casa
mi mano
Fuimos productores de una misma parcela
una patria destemplada de sabores
donde nadie conoce
qué destino persigue
Las patas de la mesa
sostienen esta vaga concepción del arte
un diario abierto
y la tinta derramada en palabras
que no leo ni escribo
Son de otros e igual me pertenecen
El clavo en la pared
Cómo duele ese clavo en la pared
ese clavo clavado en la pared vacía
Cómo duele ese punto que me traza
los ojos y el paisaje
Roma queda a la vuelta de mi casa
y ya van tres años de soledad en el océano
Ahora no queda más que esperar que pase la tormenta
para volver a Roma
y llevar una bala en la solapa
como un jazmín espléndido
Media docena de razones
justifica una isla
Cronología de lo inacabado
Redes
De lo que fue una mano
sólo me quedan cinco dedos suspendidos
sobre una red de agua
sobre una red de líquido
sobre una red de luz
sobre un pozo de aire
sobre una red y un pozo
sobre los cinco dedos suspendidos
de lo que fue una mano
por encima de una red de agua
por encima de una líquida luz
por afuera del aire
por encima de un pozo
La piedrita
Cae una piedrita de la cornisa rota
cae una piedrita al encuentro del piso
cae una piedrita
cae una piedrita
una piedrita
el piso se retuerce en la impaciencia
ya va a llegar
ya va a llegar
tiembla sufre estalla el piso
la piedrita cruza por la infinidad del aire
de la cornisa al piso
ya va a llegar
ya va a llegar
la piedrita
La sal
Hiere la sal los ojos y las vísceras
se derrama la sal en sol rotundo
es redonda la sal
como toda la sed y toda el agua
Como ella
Como ella
Nadie mueve mi mano como ella
nadie dicta como ella
nadie cancela el día como ella ni apaga las noticias
ni invade las paredes como ella
nadie asume como ella la forma de una mancha de humedad
ni me arropa como ella al vapor de las cosas vacías
de las cosas caídas
de las palabras neutras
nadie me destila como ella ni me ata como ella
ni me absorbe como ella
nadie en fin me miente como ella su propia beatitud
su inexacta presencia
nadie arranca mi sombra como ella para colgársela al hombro
ni repara la edad de este agujero
ni me alivia la fiebre
ni me acorta el camino
nadie me ama como ella hasta la abolición
Te veo desvestir
A veces
en la secreta intimidad de un fósforo
te veo desvestir
te veo acomodar sobre las sábanas
mi costado derecho
reparar en el marco de la foto
que está sobre la mesa
extrapolarme con los ojos tibios
Corriente eléctrica
¿Qué pasa con estos corazones que bombean sangre humana
y piensan con cerebros de fibra sintética?
¿Qué pasa con la zozobra frente a los semáforos y el pulso de los
operadores financieros a la hora de cierre?
Las blusas las sandalias las remeras de los veranos denuncian lo
lo que en los inviernos disimulan los abrigos
Hay más corriente eléctrica que espíritu clausurando el milenio
Equilibrio de las cosas rotas
La absolución
Cuelga el alcohol su baratija
sobre el ánimo enfermo
y enciende una memoria falsa
y un falso porvenir
Sin embargo la única sonrisa
que asalta los costados de esta tarde pequeña
llega de su boca perfumada
de cebada y de mosto
Indicios
Me refugio en la primera contradicción del hombre
destruyo lo que amo
Tal vez haya un instante detenido
más allá del cigarro y de la taza
con los que se esperan dos anónimos en combate
La música aterra
los colores aterran
las ideas aterran
Principio elemental de la disolución
Consumidores de café
A la mesa se sientan evadidos
los consumidores de café
yo me siento con ellos
y consumo este trazo
Acabo de justificar el instante
ya no será tan fácil disolverme
Una marca en la tierra
Los andenes
Un cardumen saluda en los andenes
las memorias que parten
quedan palabras desprendidas
en todos los costados de la boca
el atajo es un vidrio que asoma
desde el fondo del río
Expedientes
Después de la caída queda un cráter
como un sello de goma
sin rastros de violencia
con la misma torpeza burocrática
con la que se definen millones de destinos
con la monótona manía de permanecer
Una marca en la tierra
o en el cráneo de un hombre
genera la misma impredecible quietud
Plaza de Mayo
De pronto una paloma
vuelca su murmullo lila
sobre la miga de pan que se reseca
bajo el sol a plomo
de la Plaza de Mayo
Presunción de la esfera
De los críticos y otras menudencias
Me medían con la misma vara con que medían a los otros
pero yo que crecía al sesgo
no les permitía cotejar los resultados
Entonces dejaron de medirme
Los nombres
Sobre el mundo cifra una respuesta
que no tiene pregunta
Mejor es no decir
Mejor es olvidarse de los nombres
los días y los actos
La calle es ancha más allá del puente
está abierta a la sombra como un durazno maduro
me gusta caminar por ella hasta la aspereza del hueso
y ladearme hasta los bordes del vacío
me gusta transitarla en soledad
sin techo sin estrellas ni cielo
Presunción de la esfera
Una esfera resbala con la misma morosidad del agua
atraída por la misma gravedad
desdoblada en corrientes antagónicas
de fuerza y resistencia
vertida sobre el mismo vaso
volcada sobre la misma fuente
igual de absurda
igual de relevante
tan perfecta como la nada o el todo
tan ínfima como su presunta utilidad
La muerte del Maestro
La muerte del Maestro
I
Vino la muerte a buscarlo
y no atreviéndose con él
se llevó las dos cosas que más le gustaban,
el canto y el camino,
entonces se desplomó bajo la lluvia
cuando todos lo esperaban en la casa.
II
Yo fui el último en verlo y en hablarle;
era fuerte y alto y recio
y había salido de la fiesta
sin invitarme a subir a su citröen viejo,
porque era como un emperador
y le pertenecían todos los lugares.
III
Desde afuera se veían las luces
de la casa radiante;
adentro la cama estaba intacta
y la esposa aguardaba de pie
junto a unos pocos invitados;
no hizo ruido al caer
y al instante corrieron los vecinos.
IV
Yo venía siguiéndole los pasos,
con el gozo palpitándome en las sienes
y los ojos ardiendo de alegría;
no llegué a tiempo para alcanzarle su bastón
ni para sostenerle la nuca
y golpeó sobre el asfalto.
V
Éstas son algunas cosas que me dijo
aquella noche limpia:
“Los pájaros no se cansan,
su vuelo les renueva los colores
como el andar le da voz al caminante”.
VI
Yo no creía valer más que una simple oración,
pero el Maestro me honró con su palabra
y mi ánimo creció hasta convertirse
en canto él mismo
y me llenó de impulsos
y un aura se derramó sobre mi cabeza.
VII
No hubo lágrimas entre los deudos;
la esposa lo cobijó amorosamente
y acomodó su estatura de bambú
sobre las sábanas pulcras;
era espléndido y calvo como un haiku
y nadie hubiera osado arrodillarse
para despedir su cuerpo.
VIII
También dijo el Maestro aquella noche
a poco de morir:
“Han de saber serenarse las aguas
después de las tormentas,
todas las cosas son elásticas,
todo se extiende y todo se contrae
hasta ocupar su espacio”.
IX
Ahora reposa bajo la sombra
de un ciprés arquetípico;
hasta allí lo condujeron
los coches de la funeraria
y siete manos fuertes como las suyas
le bajaron el cofre hasta la tierra fresca;
mañana será agua que beberemos hasta saciarnos.
Domésticas
Domésticas
Si ahora vuelco un puñado de palabras sobre el mantel
habrá que derramar el vino que más tarde las preñe
sin embargo todos los que lleguen no verán otra cosa que una mancha purpúrea
y arrugarán la nariz
como el mísero fiscal que olió el vestido de Mónica Lewinsky
Así están dadas las cartas en este final de campeonato
Los platos con restos de comida son platos sucios
más por la envidia que provocan que por la grasa acumulada
y la justicia queda reducida a un juego telefónico
en el que se apuestan millones de indigencias
que saturan las líneas de los cero seiscientos
Como ven casi nada de poesía
Cuando una noche de éstas vi a mi gato descolgarse del techo
tuve la sensación de que salía de un talk show importado
y supe que husmearía la bolsa de residuos
donde se amontonaban los restos de comida de la última cena
el mantel con la mancha
un magazine con ofertas de electrodomésticos
y un puñado de ideas inconexas con rasgos ortográficos
que parecían echadas al descuido
como quien derrama una copa sobre la mesa
de puro torpe
a mitad de una sabrosa incomunicación
Fragmentos de cuatro cartas
Querido Claudio Portiglia:
Gracias por tu libro, que acabo de tragarme en el bar de la esquina con vodka y jugo de naranja, para contrarrestar el cáncer. Es bellísimo (el libro) (…) Tenés (y no lo pierdas nunca) el oído musical que tantos soi disant poètes se adjudican y tenés, por sobre todo, esa sensibilidad que te hace olfatear la poesía en lo menudo que casi siempre es lo trascendental.
Eduardo Gudiño Kieffer
15 de agosto de 2000
Poeta amigo:
Tu Libreta de almacenero, con poemas intensos, llenos de fervor, pudo haberla firmado Fernández Moreno. Pero en realidad estás mucho más allá. Hay una rebeldía que no la tiene el autor de La patria desconocida. Una rebeldía y un lenguaje en el que las palabras expresan una instancia por encima de la letra.
Juan Jacobo Bajarlía
18 de agosto de 2000
Querido Claudio:
He festejado de antemano al recibir Libreta de almacenero, y al internarme en sus páginas me he sentido doblemente gratificada, no sólo por lo que en él se lee, sino –y además- por los silencios que concentra (…) Baudelaire decía que: Todo auténtico poeta esconde a un crítico. Y no hay crítica más contundente que la que se ejerce sobre la propia obra, cuando el poeta logra ese fundamental desdoblamiento y se observa desde cierta distancia, con ojo alerta. Sin duda, esa ha sido tu mirada, porque no hay en este libro una sola palabra superflua.
Julia Chaktoura
23 de junio de 2000
Estimado poeta:
(…) Entro a su poesía calibrando los buscados blancos, la eventual falta de puntuación, los buscados equilibrios y desequilibrios de la tipografía. Me sacuden poemas como La muerte del maestro o Indicios, que parece reproducir lo de Oscar Wilde, porque cada uno de nosotros mata al que ama.
Alabo la nobleza de su canto, una especie de novedad sin escándalo. No lo mediré con la vara con que algunos miden a todos por igual. Usted ha podido darle jerarquía a lo doméstico y es capaz de darle de comer a las hormigas (…)
León Benarós
30 de agosto de 2000
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